viernes, 10 de junio de 2011

La urgencia del ya - Invertir en Polonia

Invertir en Polonia: Noticias y actualidad

RICHARD COHEN THE WASHINGTON POST WRITERS GROUP Todo hombre tiene un padre y el de Benjamin Netanyahu hay que conocerlo. Se llama Benzion Netanyahu, nació hace 101 años en lo que al poco tiempo pasaría a ser Polonia y reside hoy en lo que ha pasado a ser Israel. Es historiador de profesión, autor de un volumen enorme y muy respetado acerca de la Inquisición española y, más en línea con los acontecimientos actuales, antiguo secretario de Zeev Jabotinsky, un líder militante sionista cuyo credo, en lo que a los árabes respecta, se podría resumir como: no hacer nada. Benjamin Netanyahu está haciendo exactamente eso.

Jabotinsky era organizador, soldado, escritor y, como la mayoría de los grandes, periodista. Su ensayo más célebre -e influyente- se titulaba «El telón de acero» y, aunque se publicó en 1923, parte de él sigue estando de actualidad. Es un documento eminentemente práctico que comienza con una distinguida desviación del tema principal: «Primero: la expulsión de los árabes de Palestina es absolutamente imposible en cualquier forma». Y segundo: «Estoy dispuesto a jurar, por nuestra vida y la de nuestros descendientes, que... nunca trataremos de expulsar ni oprimir a los árabes».

Por entonces, como se podría decir hoy, Jabotinsky venía a afirmar que la pelota estaba en el tejado de los árabes.

Depende de los árabes, escribía, reconciliarse con el sionismo -la creación del Estado judío-. No tenía contemplaciones con los derechos judíos ni con las reclamaciones judías, y hasta que los árabes no reconocieran esos derechos y accedieran a esas reclamaciones, los judíos iban a seguir detrás de un «telón de acero». Antes o después, los árabes se cansarían de su militancia y surgiría una dirección moderada. Entonces, judíos y árabes podrían entenderse. Hasta esa jornada feliz, no obstante, «la única vía a un acuerdo de futuro es una negativa tajante a cualquier tentativa de alcanzar un acuerdo ya».

El problema de Netanyahu es que, para él, «ya» no significa ahora. Una dirección palestina moderada y práctica ha surgido realmente en Cisjordania (pero no, está claro, en Gaza), se ha denunciado el terrorismo, se ha rechazado y en Cisjordania casi ha desaparecido. Un Estado palestino cobra forma en una especie de crisálida, capaz incluso de mantener el orden. La anunciada unificación entre Fatah y Hamas es un problema de órdago -al ser la segunda una organización terrorista virulentamente antisemita-, pero, hasta en esto, donde hay voluntad hay esperanza.

En dos discursos recientes, Barack Obama aseguraba a Israel que él va a ser su defensor. Esto se ha puesto en considerable tela de juicio -este presidente no conecta con nadie-, pero al dirigirse al American Israel Public Affairs Committee, a Obama sólo le ha faltado plantar un árbol en Israel. Afirmó públicamente su derecho a ser la patria judía, denunció a Hamas e insistió en que «la actual situación en Oriente Próximo no permite más aplazamientos». En lo que a Obama concierne, «ya» es ahora.

Por casualidad, es más o menos la conclusión a la que llega Dov Weissglass. Weissglass fue el jefe de Gabinete de Ariel Sharon y sus credenciales de conservador no pueden ser, por tanto, cuestionadas. Pero aun así, él también piensa que la actual dirección de la Autoridad Palestina «es la mejor que ha habido desde la perspectiva de Israel desde que se creó». Además, los palestinos están captando por fin el inmenso poder de la resistencia pasiva.

El terrorismo aleja a la gente; la resistencia pacífica despierta admiración. Weissglass pide conversaciones. «Tienen que empezar de inmediato», escribía hace sólo una semana en el periódico israelí «Yedioth Ahronoth».

Puedo entender la reticencia de Netanyahu a bajarse del burro. El mundo árabe está patas arriba. Fanáticos, radicales y antisemitas compiten por el poder. Las supuestas revoluciones de la región son en la práctica contrarrevoluciones -buscan invertir las políticas de militares que secularizaron sus estados y aplacaron su febril odio a Israel con frío pragmatismo-. La región podría no estar avanzando en la historia, sino retrocediendo en ella. Podría ser un momento idóneo para no hacer nada.

Jabotinsky fue un hombre de acción. Pero también fue, como dijo Benjamin Netanyahu a la Knesset en una ocasión, «uno de los gigantes intelectuales de los anales del sionismo». Siempre es imprudente decir lo que habría querido un muerto, pero, aun así, desde luego habría notado que los tiempos no sólo cambian, sino que, como señalaba Obama, el tiempo ya no está de parte de Israel. La Cisjordania ocupada se cierne como catástrofe demográfica y el mundo ha suscrito la causa palestina. La dirección palestina actual puede desaparecer mañana y las fronteras de 1967 no son menos defendibles que las actuales -los misiles y los cohetes no se detienen en las alambradas-. Una doctrina enunciada en 1923 está desfasada. Ya no se pueden construir telones de acero tan altos.

Fuente: Lne.es

Editado por: Invertir en Polonia

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